Con esto podemos saber la razón que tuvo José para temer establecerse en Belén de Judea, y tomó la resolución de ir directamente a Nazaret por la Via maris hasta el Carmelo, donde giraron a la derecha para bajar a la llanura de Esdrelón donde estaba su pueblo querido. Mateo da una razón bíblica muy discutida, cuando dice que José fue a Nazaret a fin de que Jesús “fuera llamado nazareno”. Dejando discusiones aparte, el caso es que “Jesús Nazareno” ha venido a ser como un nombre y apellido de nuestro querido Salvador.
En un momento como este, los evangelistas no nos dicen nada. Pero nadie nos prohíbe discurrir. ¿Vivían aún los abuelos paternos y maternos? Sabemos que María contaba con hermanos y hermanas, nombrados expresamente por los evangelios, y José podía tenerlos también. ¿Y tendría Jesús a estas horas algunos primitos? Además, en un pueblo pequeño todos sus habitantes forman una familia, y entonces nos podemos imaginar lo que fue aquel día en Nazaret.
La vida monótona de cada día comenzó apenas llegar. María, a los quehaceres ordinarios de la dueña de casa. José, a desempeñar su oficio específico de carpintero. Jesús, pequeñito, no tenía otro oficio y obligación que comer, dormir y jugar.