26 de julio | XVI Miércoles del Tiempo Ordinario | San Joaquín y Santa Ana

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PRIMERA LECTURA

El nombre de nuestros padres durará eternamente. 

Del libro de Sirácida 44, 1.10-15
Hagamos el elogio de aquellos hombres ilustres, que fueron nuestros padres. Ellos fueron misericordiosos y sus obras no se han olvidado. Se perpetúan en sus descendientes y estos son la rica herencia que han dejado. Sus hijos siguen fieles a la alianza y sus nietos también, gracias a ellos. Su gloria jamás se extinguirá.
Sus cuerpos fueron sepultados en paz y su nombre durará eternamente. Que proclamen los pueblos su sabiduría y los alabe dignamente la asamblea.

Palabra de Dios. 

SALMO RESPONSORIAL 
Del salmo 131

R/. Dios le dará el trono de David, su padre. 

El Señor, que jamás va a retractarse, / le ha jurado a David esta promesa: “Pondré sobre tu trono, a uno de tu propia descendencia”. R/.

Esto es así, porque el Señor / ha preferido a Sion como morada: / “Aquí está mi reposo para siempre; / porque así me agradó, será mi casa”. R/.

“Haré que brote un vástago a David / y encenderá una lámpara a mi ungido; / pondré sobre su frente mi diadema; / de afrentas llenaré a sus enemigos” R/.

EVANGELIO 

Muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven. 

Del Evangelio según san Mateo 13, 16-17
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron”.

Palabra del Señor

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