Hagamos (…) las cosas como quien sirve a Jesucristo y no a los hombres, y de esa manera las haremos bien, con buen modo y con buena gracia. Y, cuando el prójimo nos haga a nosotros algún servicio, también hemos de mirar en él a Jesucristo, como San Pedro cuando vio a Jesucristo a sus pies para lavárselos, que, espantado, dijo: Domine, tu mihi lavas pedes?: «Señor, ¿Vos a mí me laváis los pies?»
Carta ascética… al presidente de uno de los coros de la Academia de San Miguel. Barcelona 1862, p. 15